miércoles, 7 de julio de 2010

GENERANDO IMÁGENES

Siempre es un procedimiento arduo el generar imágenes, que a su vez propicien una serie de movimientos, que conformen una coreografía y más complicado aún que ésta (una vez terminada) repercuta al espectador de la forma en que el coreógrafo y bailarín esperan.
Por ahora, sólo se tocará el punto de “generar imágenes”. Para la creación coreográfica es de vital importancia la IMAGINACIÓN, y como bailarines trabajar con ésta nos facilita la expresión corporal, brinda matices en los movimientos y le da sentido a nuestra realidad escénica; además de que podemos considerarla como la semilla de la inventiva. Por tanto, es necesario buscar los métodos para nutrirla.
Uno de los más funcionales es a través de la lectura, que nos precisa la transformación de palabras a imágenes. La redacción, que es un proceso similar sólo que de manera inversa.
La razón de escribir un poco sobre la imaginación es porque, como se ha comentado en repetidas ocasiones, nos encontramos en el proceso de montaje de: “Mujeres de luna: al filo del agua”.
Y nuestro coreógrafo nos ha pedido fomentarla a través de los dos métodos antes mencionados: la lectura y la redacción. Primeramente quisiera compartirles algo que escribí:

Mi significación a ¿qué es una mujer de luna?
Pienso que el nombre es redundante ya que son palabras que envuelven la misma energía: Femenina, creadora, sensible, enérgica y admirable.
Mujer de luna es el símbolo total de la feminidad, vulnerable más no indefensa, cíclica como la luna, abundante, a veces pasiva a veces impulsiva, cambiante pero estable, firme y con sobrada fuerza para crear, dar vida (no sólo humana), transforma el lugar donde está; no sé si para bien o para mal porque es muy relativo, pero definitivamente transforma o por lo menos le da un tinte distinto al espacio y/o a la situación donde se encuentre.
¿Qué si me siento como una mujer de luna? Definitivamente sí, y la definición antes dada es más bien un descripción propia. Descripción de una mujer de luna
Ahora un poema, que ha sido de los primeros materiales a leer:
La Luna
La luna se puede tomar a cucharadas
o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía.
Un pedazo de luna en el bolsillo
es mejor amuleto que la pata de conejo:
sirve para encontrar a quien se ama,
para ser rico sin que lo sepa nadie
y para alejar a los médicos y las clínicas.
Se puede dar de postre a los niños
cuando no se han dormido,
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
ayudan a bien morir.
Pon una hoja tierna de la luna
debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieras ver.
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
para cuando te ahogues,
y dale la llave de la luna
a los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas
Jaime Sabines
Lidia López Romero

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